viernes, junio 03, 2016

La infancia contaminada de Cerro de Pasco



La ciudad peruana Cerro de Pasco se estableció a más de 4,300 metros sobre el nivel del mar para explotar sus ricos yacimientos de oro y plata. Fue fundada a inicios de la época colonial en los Andes y hoy toda su jurisdicción está plagada de focos de contaminación que nadie se ha ocupado de mitigar.

Hay lagunas de aguas envenenadas con residuos del procesamiento de los minerales y montañas de desechos mineros con restos de metales pesados. Sus habitantes se quejan de que las calles y caminos sin asfaltar están impregnados de partículas provenientes de las minas que se levantan con el paso de los vehículos. Estas van a parar a los pulmones, al agua, a los pastos y a sus alimentos para ir corroyendo la salud de los que allí respiran, poco a poco.

Esta herencia envenenada de la actividad minera de Cerro de Pasco se ha agravado desde que a mediados del siglo pasado se pasó de la explotación en socavón a la de tajo abierto. Un tajo que, con unos dos kilómetros de largo y hasta 400 metros de profundidad, ha engullido barrios enteros y ha partido en dos la ciudad, una parte de la cual se asoma a un abismo que amenaza con seguir avanzando.



“Como no han existido estudios científicos, la mina decía que era falso, que no había contaminación”, asegura Jaime Silva, regidor de Medio Ambiente de Simón Bolívar, uno de los tres distritos de la ciudad. Sin embargo, a partir de la década pasada empezaron a realizarse estudios en los que se detectó la presencia de metales pesados como el plomo en la sangre de sus habitantes, sobre todo en los niños y niñas. Estos estaban muy por encima de los niveles recomendados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, tomado como referencia. Esos informes pronosticaron hace una década que los menores pronto comenzarían a enfermarse. Y así ha sido.

Seguir el reportaje completo de Pablo Pérez Álvarez desde aquí

(*) Fuente: Univisión Noticias (02.06.2016)