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lunes, abril 26, 2010
A 50 años de la Masacre de Huayllacancha (Rancas)
La memoria
¿Cómo hacemos para recordar eventos y fechas que no nos obligan a memorizar? ¿Cuáles son las acciones y cuáles los nombres que deberíamos recordar? La historia de América Latina está tejida sobre luchas y sangre, sobre desigualdades y abusos. En el Perú, el nacimiento de la república sólo tiene el mérito de exacerbar la fragmentación social. Quienes se atribuyeron la voz para decidir el futuro republicano hablaron del “problema del indio”; pero nunca dialogaron con el “indio”. Más aun, diseñaron sesudos estudios para desaparecerlo. Durante mucho tiempo se pretendió invisibilizar a una gran masa, la que en definitiva era la más numerosa, subestimando su capacidad de organización y concepción política. A pesar de los años transcurridos la historia no deja de repetirse. Nos han enseñado a olvidar, silenciando la historia gestada por los pueblos en sus luchas de reivindicación por sus derechos. Nadie nos ha obligado a recordar a hombres y mujeres que en madrugadas gélidas se tragaban la amarga saliva de la injusticia. La lucha por la recuperación de tierras por el campesinado peruano es una de esas historias que documentos oficiales y textos escolares no se ocupan de detallar.
"Rompepatas"
Eran más o menos las tres de la tarde del 2 de mayo de 1960 cuando desde las pampas de Huayllacancha los comuneros de Rancas encabezados por el personero Gabriel Gora y el alcalde de Pasco Genaro Ledesma se dirigieron a Cerro de Pasco. Allá en la pampa quedaban los restos de las chozas quemadas por las fuerzas policiales; las que habían sido instaladas el día anterior después de la firme decisión de posicionarse de sus tierras. La Cerro de Pasco Corporation además de desarrollar actividades de extracción minera en la zona había adquirido grandes extensiones de terreno en las que criaba ganado de alta calidad y cuya lana era exportada. En su rol de “hacendada”, había extendido su cerco sobre los terrenos de propiedad legal de la Comunidad Campesina San Antonio de Rancas. El abuso de los administradores y caporales de esta hacienda, y la de Pacoyán de propiedad de los hermanos Lercari, se había tornado frecuente. A los comuneros se les quitaba el ganado si estos traspasaban el cerco, sometiéndolos a largas horas de trabajo para su devolución y colocando “rompepatas” en el camino para deshacerse del ganado.
Aquella mañana estaban reunidos hombres, mujeres y niños dispuestos a recuperar sus terrenos. Dos ex alumnos del colegio de la comunidad se apostaron en las partes altas para dar aviso de la llegada de las fuerzas policiales, de la cual habían sido advertidos el día anterior. Cuando arribaron montados a caballo, las cornetas sonaron y los comuneros se congregaron dirigidos por su presidente Alfonso Rivera. Los uniformados al mando del comandante Vaudenay con el convencimiento de que esas tierras le pertenecían a la Cerro de Pasco Corporation descargaron sus armas sobre los comuneros. Se desató una lucha desigual, entre casquillos de balas, piedras y palos. En medio de caballos que atropellaban mujeres y esparcían el ganado por distintos lados quedó muerto enfundado en la bandera peruana, el presidente de la comunidad, en otro lado yacía tendido Teófilo Humán y Silveria Tufino quien mal herida era trasladad al hospital donde falleció. Así marcharon a Cerro de Pasco, en el camino se les iban uniendo trabajadores que salían de la empresa después de su jornada laboral. Pobladores de Champamarca, Yurajhuanca y Quiulacocha les daban el alcance en bicicletas, en carros, a caballo. La multitud se fue uniendo con destino a la prefectura a reclamar justicia por los muertos, heridos y detenidos en el calabozo de Cerro de Pasco.
Problema vigente
El enfrentamiento podría haber generado más muertes de no haber llegado al lugar el alcalde Ledesma quien se plantó frente al comandante Vaudenay obligándolo a retirar a su contingente. Se fueron dejando tres muertos, más de 60 heridos, una gran consternación ante el atropello y la represalia pendiente para Ledesma y los dirigentes ranqueños.
Después de 50 años es necesario reflexionar sobre estos sucesos, más aun en un espacio como Cerro de Pasco donde la explotación minera carcome indolente la ciudad. Donde se proponen negociaciones desiguales a las comunidades, negando responsabilidades sobre la tierra muerta, las aguas y la sangre contaminadas. ¿Para qué tantas muertes, si finalmente regresamos al inicio de la historia? ¿Si el amparo del Estado no es para nosotros? ¿Si el despojo de las tierras continua?
Historia y mito
Rancas no es un lugar inventado, no es un espacio donde “flota lo real maravilloso”. Y aunque le debemos a la pluma literaria de Scorza el testimonio de esta gesta y la salida del anonimato de Rancas, todavía queda mucha historia por estudiar; ya que Rancas fue uno de los hitos más importantes en el movimiento campesino peruano que llevó a la reforma agraria.
Los protagonistas de esta masacre, a pesar de los años transcurridos recuerdan con dolor aquel momento, el cual es imposible olvidar cuando las secuelas quedan marcadas en los cuerpos como cicatrices y en el alma como orfandad. Rancas es una comunidad que lucha ante la amenazada de la descomposición comunal generada por intereses externos. La fuerza de empuje y cohesión bajo la cual se ha constituido radica, sobretodo, en el suceso del 2 de mayo de 1960.
La historia de Rancas es una de las tantas historias que no se nos obliga a memorizar, pero el pueblo que es más sabio que los tiranos y sus gobernantes se las ingenia para no permitir el olvido de sus luchas. Después de 50 años aunque los niños y niñas de hoy en Rancas no entiendan muy bien lo que pasó entonces y vean este suceso como lejano y mítico, por lo menos entonan canciones como esta, que son la garantía de la permanencia de la memoria:
Un dos mayo fueron a luchar los comuneros con gran valentía/ellos defendieron con hondas y palos/recuperaron todas nuestras tierras/en la pampa de Huayllacancha mataron a una gaviota /de su buche sacaron a un hombre muy valiente.
Elizabeth Lino Cornejo
Fuente: Nota de prensa de la autora / ElDominical (Lima, 25.Abril.2010)
(*) Nuestra amiga Elizabeth Lino C. desarrolla investigación cultural y social sobre la comunidad de Rancas desde el año 2003.
(**) Nota importante: La edición impresa del suplemento El Domincal de El Comercio consigna en el artículo titulado "Recuerdo de Rancas" del domingo 25 de abril de 2010 (por errores de edición y no de la autora) el siguiente dato: Presidente de la Comunidad de Rancas en 1960 Teófilo Huamán (en la leyenda de la fotografía y en el texto resaltado en rojo) el dato correcto que debería figurar es "Alfonso Rivera".
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