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viernes, agosto 28, 2009
Mina se traga una ciudad
Cerro de Pasco, ubicado en el céntrico departamento de Pasco, nació como pueblo minero hace más de cuatro siglos y, tal como van las cosas, morirá como pueblo minero.
El gobierno peruano ha aprobado un plan para trasladar esta ciudad de unos 70,000 habitantes debido a la expansión de una mina de tajo abierto, que es además responsable de graves problemas de salud y daños al medio ambiente. Será la primera vez que un gobierno reubique una ciudad de ese tamaño en América Latina.
La contaminación y los riesgos a la salud y el medio ambiente —que son evidentes— no harán más que empeorar cuando Volcan Compañía Minera, una de las principales productoras de minerales del Perú, avance en su plan de expansión que literalmente se tragará el centro histórico de la ciudad, destruyendo edificios, para extraer las reservas de plomo y zinc que yacen en su subsuelo.
El tajo de zinc domina esta lóbrega ciudad andina —una de las más altas del mundo— en todo sentido: económicamente, en salud y lo más visible, geográficamente.
Esta mina, que Volcan lleva operando una década, es un tajo de 1.8 km en el centro de la ciudad. Las viviendas dañadas y tambaleantes, con sus paredes cuarteadas por las explosiones subterráneas en la mina a las 11 am y 3 pm de lunes a sábado, se alinean en los bordes del tajo, en algunos puntos separadas de éste sólo por una malla de alambre. Los niños que juegan al lado de los residuos del mineral tienen plomo en la sangre en niveles superiores a los límites internacionales. El agua es escasa y sólo está disponible unas pocas horas al día para los residentes.
Expansión de la producción
En la primera mitad de este año, Volcan extrajo más de 51,700 TM de zinc, convirtiéndose en uno de los principales productores del país de este mineral.
Pero la empresa está pensando en el futuro. Su “Plan L” incrementará el área de la mina en 11.4 Ha, lo cual absorberá el céntrico distrito de Chaupimarca, obligando al menos a 5,000 personas a abandonar el lugar. Un estudio del Centro de Control de Enfermedades de EEUU realizado en el 2007 encontró que 42% de los niños locales tienen niveles de plomo en la sangre que superan el límite aceptable por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 10 microgramos por decilitro de sangre.
Cerro de Pasco es una ciudad creada por accidente, que nunca se pensó para habitación urbana. La actividad minera aquí data del siglo XVI, cuando los incas extraían metales preciosos, y luego fue ampliada por los españoles en el siglo XVI, quienes le dieron el nombre de Ciudad Real de Minas. La empresa minera estadunidense Cerro de Pasco Corporation empezó a producir mineral a principios del siglo XX, pero a fines de los años 60 fue expropiada por el gobierno militar (1968-80). En 1999 Volcan adquirió la mina a la desaparecida empresa estatal Centromin Perú.
La minería industrializada ha dejado una marca indeleble en esta ciudad. Los campesinos locales se quejan de que las aguas y los pastos contaminados matan su ganado, que se alimenta en los alrededores de los lagos oxidados, desechos de esta mina multimillonaria.
La primera en irse
Quiulacocha, comunidad campesina de criadores de ovejas y alpacas, cuyos animales se alimentan al lado de los relaves de color anaranjado brillante, es uno de los lugares más afectados en la zona.
Según un estudio del 2005 del Centro de Salud Ocupacional y Protección del Ambiente para la Salud de Pasco (CENSOPAS), más del 89% de los niños de la comunidad tienen niveles de plomo en la sangre superiores a los estándares de la OMS. La investigación encontró igualmente elevados niveles de otros metales en la sangre.
El traslado, que se prevé tomará una década, comenzará seguramente con Quiulacocha.
“Este es el lugar donde hemos vivido desde siempre”, dijo Leonardo Santiago Rojas, presidente de la comunidad. “Pero ya no podemos. Estamos totalmente intoxicados por los metales, plomo, arsénico”.
La contaminación y el daño a la salud causados por las minas cercanas no son nada nuevo en el Perú. Viajando por la Carretera Central, la principal vía de acceso a la sierra central, está La Oroya, donde una fundición polimetálica, la principal empleadora de la localidad, es responsable por peligrosas prácticas ambientales. Diversos estudios han revelado que 99% de los niños en la parte antigua de La Oroya tienen niveles de plomo en la sangre que superan los límites de la OMS. Niveles de plomo elevados en la sangre producen problemas de aprendizaje y daño neurológico. Los niños enfrentan un riesgo especial porque sus cuerpos absorben el plomo más rápido que los adultos.
En el departamento de Junín, que también forma parte del cinturón minero andino, la empresa estatal china Chinalco tiene previsto financiar el traslado de unos 5,000 residentes de la localidad de Morococha antes que inicie en el 2012 las operaciones en su mina cuprífera de US$2.5 millardos, una de las más grandes del país.
Pero el plan de expansión de Volcan tiene más importancia que la población. En diciembre el Congreso peruano promulgó una ley para reubicar a los residentes a más de 30 km de distancia, pero después que el gobierno ya había aprobado el proyecto de expansión.
Ahora la pregunta es: ¿quién pagará el traslado, cuyo estudio se estima en 8 millones de soles (US$2.7 millones)? A principios de este año, el presidente regional de Pasco, Félix Rivera Serrano, señaló que la reubicación demandaría una inversión de 1,500 millones de soles ($500 millones).
“El Estado tiene una deuda histórica con Pasco”, dijo Dimas Peña Armas, presidente de la Asociación de Comerciantes e Inquilinos de Cerro de Pasco Afectados por la Expansión Minera (ACICPAEM). “Nunca ha invertido en esta zona minera directamente”.
“Casi toda la población de Quiulacocha vive así, contaminada”, manifestó Dionisio Travesano Atencio, residente de Quiulacocha, quien tiene un pequeño taller mecánico. “Siempre dicen ‘Les vamos a trasladar, les vamos a trasladar’, pero nada se ha hecho”.
A principios de este año, el gobierno creó una comisión multisectorial compuesta por miembros de las comunidades locales y funcionarios de los ministerios de Salud y del Ambiente. Pero el lugar de la reubicación ni siquiera ha sido establecido.
Mientras la empresa presiona por la implementación de su plan, las casas cerca de la boca del tajo están consideradas ya inhabitables. Pero algunos no quieren abandonar la ciudad.
“Nosotros vivimos de los mineros”, dijo una pobladora de Cerro de Pasco quien no quiso dar su nombre.
“Si vamos a otro sitio, ¿de qué vamos a vivir?”, dijo esta madre de cuatro niños que vende dulces de coco y jugo de caña.
Para Percy Suárez Minaya, presidente del Frente Cívico de Defensa de Cerro de Pasco, “no es posible continuar viviendo en esta condición. Hay necesidad urgente. Es un crimen vivir acá”.
Fuente: FundaciónPachamama
Imagen: Google/Internet
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