domingo, julio 26, 2009

Ellos aman locamente al Perú



Las verdes montañas que rodean Pozuzo por estos días encierran los sonidos de una fiesta. Jóvenes venidos desde Tirol (Austria) y Tovar (colonia alemana en Venezuela) ensayan en las calles danzas bávaras, mientras los pozucinos acompañan con saltos, zapateos y palmas. Motos y camionetas van y vienen con los hijos que esta semana retornaron al pueblo y con los turistas que asoman por decenas.

En la plaza principal (cuya remodelación no se terminó a tiempo, pero no importa tanto) una banda de música de la policía ameniza con cumbia peruana el paso de carros alegóricos de estética tirolesa, enviados desde Oxapampa y otros pueblos vecinos. Por las noches, luego de las serenatas, concursos de belleza y folclor europeo, fuegos artificiales explotan coloreando el cielo negro de esa colonia austro-alemana enclavada en nuestra selva central. Pozuzo cumplió ayer 150 años de terca existencia y lo celebró apoteósicamente. Los alcaldes de Silz y Zams (Austria) y representantes de la Unión Europea asistieron a la mayoría de eventos acompañados por uno de los hijos ilustres de Pozuzo, el ministro Antonio Brack Egg.

La fiesta arrancó el viernes, pero, como afirma Andrés Egg, uno sus pobladores de más años: “Empezó el día en que un puñado de migrantes europeos descubrió este lugar y amó locamente al Perú”. Para ello debieron atravesar durante dos meses una selva virgen y agresiva. En compensación, “una tierra muy parecida a Tirol, pero más hermosa y más rica”, los acogió con generosidad.

Ellos buscaron el progreso y lo consiguieron en base a la ganadería. Talar en busca de pastos no era una mala práctica por entonces; ahora que sí lo es, los pozucinos se han vuelto un pueblo con creciente conciencia ecológica. Les falta mucho por hacer al respecto, pero al menos la frase “desarrollo sostenible” empieza a ser una consigna. La madrugada de ayer, los bosques cercanos se sumaron a la celebración con un coro de chirridos incesantes, un arrullo de pura vida.

TIERRAS PROMETIDAS
No solo Pozuzo está de fiesta. Un gran apego a la tierra en un valle estrecho y tradición exploradora impulsaron a los nietos de Pozuzo a buscar su futuro selva adentro, a tres días de camino. Fue así como hace 41 años, una docena de personas se abrieron paso a punta de machete hasta El Codo de Pozuzo, por el giro que allí hace el río del mismo nombre. En ese grupo estaba Edilberta Berstein, a quien encontramos en la colonia que ahora cuenta con unos cinco mil habitantes.

Ella participó de la empresa cuando tenía 30 años y dos niños, para quienes construyó una casa con las hojas de un árbol. Empuñaba una escopeta para proteger a sus pequeños de unos chanchos silvestres que solían atacarlos. “Pero la jergón (serpiente venenosa que abunda en la zona) picó un día a los dos”, recuerda Edilberta. Felizmente, un grupo de indígenas de la etnia Cacataibo (de Huánuco) ya había llegado por allí a saludar a sus nuevos vecinos. “Ellos me habían enseñado a preparar remedio contra picaduras con hojas del monte”, narra la matriarca.

Desde el año pasado, una accidentada carretera llega de Pozuzo a El Codo en tres horas. Por ella van y vienen camiones cargados con cedro y —según la gobernadora de El Codo, Rosa Schuller— la ruta está siendo usada por el narcotráfico. “Con la carretera llegan también algunas lacras de la sociedad”, lamentaba ayer. “Este año no podemos celebrar tranquilos los 150 años de la colonia-madre”, finalizó. La selva es una fiesta y, a veces, también es un festín.

ENFOQUE
Su patria está aquí
La celebración de los 150 años de la llegada de los colonos austro-alemanes a Pozuzo es un buen motivo para recordar las raíces de nuestra identidad como nación.

“El que no tiene de inga, tiene de mandinga”, dice un refrán que explica aquella mixtura de la que está hecha nuestra nación que se apresta a cumplir 188 años de independencia.

Es esa mixtura, esa riqueza de sangres, de culturas, de costumbres las que hacen del Perú un país que ha comenzado a creer en sí.

La selección de vóley de mayores es solo un ejemplo de aquella mixtura. Ellas se han unido y han alcanzado su objetivo sin hacer caso a barreras artificiales que poco a poco deben seguir cayendo.
Por: Roxabel Ramón


Fuente: ElComercio
Imagen: ElComercio

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